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Shigeru Ban realiza la Naked house en un terreno en Kawagoe, a las afueras de Tokio, situado cerca de un río y rodeada de campos de invernaderos. El cliente quería una casa que “proporcionara la menor privacidad posible para que los miembros de la familia no estén aislados unos de otros, una casa que dé a todos la libertad de tener las distintas actividades en un ambiente común, en medio de una familia unida”; el resultado es una casa de plástico con apariencia similar al resto de los invernaderos, que permite el paso de una luz difusa y suave que rellena el interior de la casa. Dos planos totalmente definidos, el del suelo y el del techo, separados por bastante altura entre los que se sitúan cuatro habitaciones que pueden moverse libremente sobre ruedas. Con este proyecto juega Shigeru a definir un espacio que media entre la estancia de cuatro tatamis y medio - la unidad básica de la arquitectura tradicional japonesa - y un espacio amplio sin compartimentación, más propio de lo que consideramos un “loft”, un juego que permite el contínuo movimiento de las piezas de tal forma que su mudanza nos deja una sensación constante de espacio único Para reducir el peso y optimizar la movilidad, las habitaciones no son muy grandes y tienen un mínimo de pertenencias y accesorios. El movimiento permite que cada una de estas cuatro unidades se acerque a la calefacción; al aire acondicionado, o al contacto con el cerramiento, de tal forma que se regula la relación que se quiera con la temperatura. También se pueden poner al lado del otro y crear una habitación más grande, al eliminar sus puertas correderas.

 

Se pueden llevar a la terraza, para el uso completo del espacio interior, así como también se pueden usar como un piso adicional para que los niños jueguen en la parte superior. Para permitir el movimiento de los cuatro cubículos es necesario eliminar cualquier vinculación con las instalaciones, en especial con las sanitarias y de abastecimiento de agua; es por eso por lo que un extremo de la casa, junto al porche que sirve de aparcamiento, se sitúan el aseo, el vestuario que sirve de almacenaje para la ropa de toda la familia y la zona de lavandería. Para conseguir un cerramiento translucido, Shigeru usó hilos extrusionados de polietileno como material aislante, estos hilos de polietileno, que se usan como embalaje de diversas frutas, sufrieron un proceso de ignifugación y se colocaron en unas bolsas plásticas de pequeña dimensión para evitar una acumulación de una forma no deseada. Las bolsas son fijadas con grapas de acero a una estructura de madera realizada con piezas macizas de madera de 40x80 que rematan unos tablones de madera de 30x280mm. Las bolsas tienen un refuerzo de madera a media altura que ayuda en la búsqueda de su estabilidad y unas piezas plásticas que actúan a modo de clip. Hacia el exterior está protegido por dos placas sintéticas onduladas reforzadas con fibra de vidrio. Se permite una ligera ventilación por sus separaciones con respecto a las chapas metálicas que sirven de remate superior e inferior y por las rendijas que quedan con la estructura de madera (tanto la superior como la inferior).

Hacia el interior una lámina de nylon que puede retirarse para poder limpiar. El cerramiento tiene un espesor total de 37,4 centímetros. Una barrera impermeable impide la ascensión de agua desde el muro de hormigón que sirve de base al cerramiento. Cerramientos de este tipo avanzan en la investigación de materiales que tienen buenas calidades para la construcción y que pueden provenir de procesos de reciclaje. Las dudas que siembran vienen de los conceptos europeos de permanencia de la construcción frente a una temporalidad mejor entendida en otras culturas, también cuestiona los conceptos de seguridad que se le atribuye al cerramiento y por supuesto la necesidad de mantenimiento para que el cerramiento pueda permanecer en perfectas condiciones tanto en lo que respecta a sus posibilidades térmicas como en las visuales.

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