Los arquitectos madrileños Selgascano, diseñaron su propio estudio de trabajo en el bosque, a las afueras de Madrid. Partiendo desde la idea de poder trabajar bajo los árboles, eligen el plástico como material principal para su proyecto debido a la transparencia y a la flexibilidad. Hicieron un edificio longitudinal semi soterrado de manera que se trabaja con las visuales al ras del terreno. Todo lo enterrado es hormigón visto encofrado con tablones de madera, tablón que luego se reutilizará para el solado, bien atornillado y pintado en dos colores con pintura de dos componentes de base de epoxi. La cubierta, de formas sencillas pero de compleja producción, se dividió en dos sectores: el lado norte se hizo de planchas de metacrilato transparente a modo de
gran ventanal que recorre longitudinalmente todo el estudio. Y al sur donde están las mesas de trabajo, se colocó una doble plancha de fibra de vidrio y poliéster en su color natural, en medio de las cuales se aloja un aislante traslúcido formando un espesor total de 110 mm. Las placas de fibra de vidrio y poliéster están compuestas por dos tipos de piezas, ambas pultrusionadas, es decir que pasa por un proceso para darle rigidez a la pieza de forma continua , una pieza recta, y una pieza curva que se fabrica solo para los techos de algunos ferrocarriles alemanes. Para esta segunda pieza hubo que esperar a una petición por parte de estos ferroviarios ya que los pocos metros del estudio no bastaban para poner en funcionamiento la hilera de la fábrica.
Se diseñó una estructura metálica de chapa galvanizada a modo de costilla entre las placas de la fachada sur para sostener toda la cubierta. En el lado norte las planchas están fresadas en sus laterales para poder embutir una lámina de silicona y sellar las piezas. Para los portones de los laterales, se usaron planchas de metacrilato blanco opal de 10 mm de espesor sobre un bastidor de acero que por medio de poleas y contrapesos se abren completamente para permitir la circulación del aire.
